lunes, 9 de agosto de 2010

GPS canino


Soy urbanita, para qué vamos a engañarnos. Si hubiera algún tipo de desastre o tuviera que irme a algún reality show a alguna isla desconocida, seguramente moriría de inanición antes de poder cultivar o cazar algo comestible. La generación anterior (padres, tíos, sin tener que remontarme a abuelos), que en parte proviene del medio rural, no tendría estos problemas, sabría cuándo, dónde y como buscarse la vida o, al menos, intentarlo.

Ayer fui a una zona montañosa que tengo a 15 minutos en coche, teóricamente a pasear a tres perros, en la práctica a que me pasearan a mí. No es una zona grande y van casi cada día, con lo que me habían dicho que se conocen todos los caminos, y como he ido algunas otras veces, pensé que sería suficiente seguirlas para una agradable caminata de aproximadamente una hora.

Pero no se puede confiar en un GPS canino. Los caminos que te muestran son inescrutables e inexpugnables, tengo señales de zarzas que lo demuestran. Cuando hace un tiempo que no pisas una zona así, como era mi caso, la vegetación ha cambiado y si no tienes unas referencias claras, pues lo que pasa, que sabes aproximadamente dónde estas y a dónde quieres llegar, pero no sabes si el camino es el correcto. Resultado: triple de tiempo, sol y cansancio, y convencimiento total de que el campo no es lo mío, por domesticado que esté, que al fin y al cabo está rodeado por civilización por todos lados.

Suerte del móvil para conseguir orientación. Y no, no llamé al teléfono de la esperanza, llamé a alguien de la generación anterior...



No hay comentarios:

Publicar un comentario