Te observo a la distancia cómo avanzas y juego a mantener tu paso, sin acercarme, sin alejarme. Decides, te arriesgas, evolucionas, aciertes o no. Cambias, sin tener en cuenta que me haces cambiar en tu estela. Te miro, como se mira a través de la ventana, como se observa la actividad en la platina del microscopio. No critico, no evalúo. Observo pasivamente cómo actúas de catalizador, viviendo por poderes. Y te sigo.
Pero a veces me recorre en un escalofrío el impulso de saltar al otro lado del espejo, de pararte y que tengas que ser tú quien me siga a dónde yo decida lanzar los dados, o perderte, gane o pierda. Respirar autónomamente. Aunque no sé siquiera si percibirías que ya no sigo siendo tu satélite.
Y mientras tanto, espero y pasa el tiempo y muero poco a poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario