lunes, 22 de agosto de 2011

Una cosa lleva a la otra

He empezado a buscar una cosa, no la he encontrado, y me he dicho por enésima vez que no puedo vivir en este desorden, que no puedo confiar ya tanto en la memoria que acude en mi auxilio recordando dónde puse algo cuando lo necesito. Será la edad, que arrincona los recuerdos utilitarios y me deja las batallitas inútiles, pues antes podía decir sin faltar a la verdad que no era desorden, que era mi orden particular, porque yo sabía dónde estaban las cosas.

Y he empezado a ordenar. Empezado, sólo, en este traslado de cosas de un lado a otro para crear guettos de cosas afines, tirando algunas que habían quedado inservibles. He descubierto algunas cosas sorprendentes, como una ristra de botes de champú de alguna oferta de compra 301 y paga sólo 299 con los que debería tener hasta que me quede sin pelo. O que tengo suficientes cables de cachivaches electrónicos como para llevar electricidad a la Antártida, por lo menos.

Y he descubierto, también, que el orden ocupa más que el caos, porque, a pesar de todo y aún teniendo en cuenta que no he acabado de ordenar, el espacio ocupado sigue siendo el mismo.

Espero continuar con este ataque de orden y limpieza extremo. Entre otras cosas, para encontrar lo que buscaba que ya no recuerdo qué era, y porque así no tengo excusas para no invitar a E a casa, y ver qué sucede.

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